Canción de amor

   Muchos son los poetas inspirados en el amor o en la belleza de una mujer para componer sus versos. Dante se inspiró en Beatriz; Petrarca, en Laura, y casi todos ellos vivieron anhelantes de ser correspondidos, sin lograr nunca el amor de la mujer soñada. Este es también el caso de Ibn Zaydun, un cordobés de la época de los reinos de Taifas que, al ser desdeñado por la princesa Wallada, de la que estaba enamorado, se convirtió en un gran poeta, pues los lamentos de su corazón se transformaron en hermosos poemas. He aquí unos lamentos del poeta que, desde al-Zahra, desgrana sus tristes y apasionados versos a la amada:

Desde al-Zahra con ansia te recuerdo: 
¡Qué claro el horizonta! ¡Qué serena 
nos ofrece la tierra su semblante 
La brisa con el alba se desmaya: 
Parece que, apiadada de mis cuitas 
y llena de ternura, languidece... 
Hoy, triste, me distraigo con las flores 
de los ojos imán, donde la escarcha 
juega vivaz hasta inclinar sus cuellos. 
Pupilas son que, al contemplar mi insomnio
sollozaron por mí; por eso el llanto 
irisado resbala por su cáliz...
Todo excita hacia ti mi afán ardiente, 
mi recuerdo tenaz, que no ha dejado 
mi pecho, por estrecho que se viera.

   La correspondencia en verso de Ibn Zaydun con Wallada dio motivo a una leyenda de amor cuyo protagonista es el poeta abandonado.
   Ibn Zaydun nació en Córdoba er 1004. Es el mejor poeta neoclásico de la España musulmana en su época llegó a ser célebre a causa de sus cartas amorosas a una princesa omeya. Murió en 1070.

La antigua Siracusa

   En la costa oriental de Sicilia, en la isla de Ortigia, unos griegos procedentes de Corinto fundaron la ciudad y puerto de Siracusa, en el siglo VIII antes de J.C. Aquí se construyó el mayor de los teatros griegos.
   La ciudad de Siracusa, situada en el sur de Italia, bajo el cielo azul y luminoso del Mediterráneo, tuvo, y aún conserva, un renombre extraordinario. Arquímides nació en ella y allí descubrió el principio que le hizo inmortal. Las grandiosas ruinas griegas de Siracusa atraen a los turistas y a los historiadores, a pesar de los destrozos ocasionados por el tiempo, los temblores de tierra y los saqueos de los bárbaros. El teatro antiguo, el mayor del mundo griego, fue excavado en la roca. Se comprende la proeza realizada por sus constructores al comprobar que las 46 hileras de gradas se extienden a lo largo de un circulo de 138,50 metros de diámetro. En 878, los árabes y en 1085, los normandos, devastaron la ciudad y destruyeron su parte antigua.

La Tierra del Fuego


   Navegando del Atlántico al Pacífico, Fernando de Magallanes descubrió, en 1520, las tierras que denominó Tierra del Fuego, archipiélago separado de la punta sur de América por el estrecho que lleva el nombre del famoso navegante.
   Contrariamente a lo que su nombre podría sugerir, la Tierra del Fuego es un lugar frío, donde las nieves perpetuas empiezan a los 700 metros de altitud. Entre las brumas del estrecho, Magallanes divisó los numerosos fuegos que los indígenas encendían para calentarse o para atraer a los peces. Y llamó a esta región Tierra de los Fuegos. Los indígenas de esta tierra están en vías de desaparición, diezmados por una serie de epidemias: doscientos o trescientos onas y akalufs son los últimos supervivientes. Durante mucho tiempo conservaron sus costumbres primitivas: cazaban el guanaco (especie de llama) con un arco y flechas, pescaban con un arpón con punta de hueso y se vestían con una simple túnica de piel.