La Gioconda de Leonardo


   El museo del Louvre, instalado en la que fue antaño residencia real, posee, entre otras muchísimas obras de arte notables, una pintura de Leonardo da Vinci que figura entre las más famosas creaciones de la historia del arte: "la Gioconda".
   Esta pequeña obra del gran pintor italiano ha despertado desde siempre el interés del público. A raíz de un viaje al Japón, donde fue expuesta, se aseguró en una cantidad considerable. Mide 77 centímetros por 53. Se supone que fue pintada entre 1503 y 1506 y representa probablemente a Mona Lisa Gherardini, esposa del comerciante florentino Francesco del Giocondo. La Gioconda tendría veinticuatro años cuando Leonardo da Vinci inmortalizó su enigmática sonrisa y su dulce y misteriosa mirada. Francisco I adquirió este retrato por 4000 escudos de oro. Esta obra, de un valor inestimable, fue robada del Louvre en 1911. Recuperada se reintegró al museo francés en 1913, tras una ligera e invisible restauración.

¿Qué son las joyas de la Corona?


   Las joyas de la familia real de Inglaterra -coronas, diademas, cetros, etc.- pueden admirarse en las vitrinas de un museo instalado en una sala de la Torre de Londres.
   Entre las joyas expuestas a la admiración de los visitantes destaca la denominada "corona del Estado", realizada en ocasión de la coronación de Isabel II y que reproduce la que se utilizó en 1838 en la coronación de la reina Victoria. Tiene más de un millar de diamantes, zafiros y otras piedras preciosas de todos los tamaños: entre ellos el enorme rubí "Príncipe negro" (tallado en el siglo XIV) y el diamante "Estrella de África", procedente del Cullinam, el mayor diamante del mundo. Los "yeomen", cuyos uniformes fueron diseñados el siglo XVI, guardan celosamente las joyas de la Corona, de un valor inestimable. Desgraciadamente, algunas de ellas desaparecieron en tiempos de Cromwell.

La cometa o papalote


   Tanto si se trata de un simple trozo de papel extendido sobre dos bastoncillos en cruz y que arrastra una cola de tiras de papel o retazos de tela, como si es un orgulloso artefacto celular de alerones simétricos, la cometa viene a ser, en resumidas cuentas, una especie de planeador cautivo. Se sostiene en el aire gracias al equilibrio que se establece entre la presión que el viento ejerce sobre su superficie, su propio peso (el menor posible. por descontado), y la resistencia que opone el cordel que lo sujeta por medio de un sistema de amarre adecuado.

   La cometa, conocida en Asia desde épocas remotas -goza todavía de gran popularidad en Tailandia y Japón-. ostenta cartas de nobleza científica y técnica. ¿Acaso no fue empleada por Franklin en sus memorables estudios sobre la electricidad atmosférica? En algunas ocasiones, también se emplearon cometas para llevar las amarras de un barco en peligro hasta la costa, y a comienzos de la Primera Guerra Mundial se utilizaron mucho para realizar observaciones de artillería. Los meteorólogos también se han servido de ella. Por último, mediante el empleo de una serie de cometas unidas entre sí, los hombres lograron, en varias ocasiones, remontarse por los aires, aunque estos experimentos no tuvieron consecuencias prácticas.