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¿Quién fue Gustav Flaubert?

Gustave Flaubert (1821-1880) fue un escritor y novelista francés nacido cerca de Rouen. Hijo de un próspero cirujano, Flaubert fue educado localmente en Rouen y luego enviado a París para estudiar derecho. Sus estudios, que prosiguió con un ligero entusiasmo, terminaron con un ataque de una peculiar enfermedad nerviosa que le acompañaría durante el resto de su vida. La delicada condición de su salud determinó en gran medida el curso general de su carrera. A la muerte de su padre en 1846, Flaubert regresó a la propiedad familiar cerca de Rouen, y con la excepción de viajes ocasionales al extranjero, permaneció allí hasta su muerte. Aunque Flaubert nunca se casó, desarrolló fuertes lazos con varias mujeres, entre ellas George Sand (seudónimo de Amadine Aurore Lucie). Entre sus muchos amigos figuran los escritores Emile Zola, Guy de Maupassant, Victor Hugo, Ivan Turgenev y Alphonse Daudet. Sus últimos años se vieron amargados por la preocupación por el curso de la guerra franco-prusiana, los reveses financieros personales y la muerte de su madre, así como por su salud en constante declive.

Aunque Flaubert fue fuertemente influenciado por los escritos románticos de Hugo y Balzac a principios de su carrera, su estilo literario cambió hasta el punto de que pronto fue reconocido como el maestro del naturalismo en la ficción francesa. En muchos aspectos, sin embargo, siguió siendo un romántico. Escribir era difícil para Flaubert. Debido a esto y al hecho de que era un perfeccionista, que se esforzaba constantemente por lo que él llamaba le mot juste (francés, la expresión exacta), produjo relativamente poco.

Con Madame Bovary, su primera novela publicada y generalmente considerada su obra maestra, Flaubert se estableció entre los grandes novelistas del siglo XIX. La siguiente obra importante de Flaubert fue Salammbo, una novela inspirada en un viaje al sitio de la antigua Cartago. En 1869 apareció La educación sentimental (que Flaubert consideraba su obra maestra) y en 1874, La tentación de San Antonio. Ambos trabajos habían sido publicados en parte muchos años antes, pero habían sido reescritos varias veces antes de ser publicados en su forma final. Tres Historias (1877) fue la última de las obras de Flaubert que apareció durante su vida. Las publicaciones póstumas incluyeron dos obras de teatro, la novela satírica Bouvard y Pécuchet (inacabada), y diversos ensayos, recuerdos de viajes y correspondencia.

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Curiosidades sobre Edgar Allan Poe


El escritor y poeta Edgar Allan Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston, Massachusetts.

Tenía un hermano, William, y una hermana, Rosalie.

Edgar Allan Poe se casó con Virginia Clemm, su prima de 13 años, que murió a una edad temprana.

Su carrera editorial comenzó humildemente, con una colección anónima de poemas, Tamerlane and Other Poems (1827), atribuida sólo a "un bostoniano".

El escritor asistió a la Universidad de Virginia.

Curiosidades interesantes
En enero de 1845 publicó su poema "El cuervo" con éxito inmediato.

El equipo de fútbol de los Ravens de Baltimore lleva el nombre del poema de Poe El cuervo, que escribió en Baltimore.

Intentó suicidarse en 1848

En su juventud sirvió dos años en el ejército.

El 7 de octubre de 1849, a la edad de 40 años, el escritor bostoniano murió en Baltimore.

Edgar Allan Poe fue enterrado en una tumba sin nombre.

Curiosidades
La causa de su muerte se ha atribuido a la congestión cerebral, el alcohol, el cólera, las enfermedades cardíacas, las drogas, la tuberculosis, la rabia, el suicidio y otros agentes.

Cada año desde 1949, un fan anónimo conocido como el "Poe Toaster" ha visitado la tumba del escritor la noche de su cumpleaños y ha dejado una botella parcialmente llena de coñac y 3 rosas.

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Canción de amor

   Muchos son los poetas inspirados en el amor o en la belleza de una mujer para componer sus versos. Dante se inspiró en Beatriz; Petrarca, en Laura, y casi todos ellos vivieron anhelantes de ser correspondidos, sin lograr nunca el amor de la mujer soñada. Este es también el caso de Ibn Zaydun, un cordobés de la época de los reinos de Taifas que, al ser desdeñado por la princesa Wallada, de la que estaba enamorado, se convirtió en un gran poeta, pues los lamentos de su corazón se transformaron en hermosos poemas. He aquí unos lamentos del poeta que, desde al-Zahra, desgrana sus tristes y apasionados versos a la amada:

Desde al-Zahra con ansia te recuerdo: 
¡Qué claro el horizonta! ¡Qué serena 
nos ofrece la tierra su semblante 
La brisa con el alba se desmaya: 
Parece que, apiadada de mis cuitas 
y llena de ternura, languidece... 
Hoy, triste, me distraigo con las flores 
de los ojos imán, donde la escarcha 
juega vivaz hasta inclinar sus cuellos. 
Pupilas son que, al contemplar mi insomnio
sollozaron por mí; por eso el llanto 
irisado resbala por su cáliz...
Todo excita hacia ti mi afán ardiente, 
mi recuerdo tenaz, que no ha dejado 
mi pecho, por estrecho que se viera.

   La correspondencia en verso de Ibn Zaydun con Wallada dio motivo a una leyenda de amor cuyo protagonista es el poeta abandonado.
   Ibn Zaydun nació en Córdoba er 1004. Es el mejor poeta neoclásico de la España musulmana en su época llegó a ser célebre a causa de sus cartas amorosas a una princesa omeya. Murió en 1070.

Coplas por la muerte de su padre

Alrededor de un Castillo medieval se ha entablado una terrible batalla entre los guerreros partidarios de Isabel la Católica y los que defienden el derecho de Juana la Beltraneja a la corona de Castilla. Es el famoso Castillo de Garci-Muñoz, y en sus proximidades va a decidirse pronto el triunfo de la reina Isabel, y con él la unidad nacional instaurada por los Reyes Católicos. Pero los enemigos de la reina se baten con denuedo y no se dejan vencer fácilmente. Muchos caballeros de uno y otro bando mueren luchando. Uno de ellos, castellanoleonés y partidario de Isabel I, cae herido de muerte ante las murallas del castillo; se trata de Jorge Manrique, hijo del conde don Rodrigo y maestre de Santiago, poeta y soldado a la vez, que canta la muerte de su padre con gran serenidad y sentimiento:

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando:
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar.
que es el morir:
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir.

Las Coplas por la muerte de su padre son el mejor poema lírico de la poesía medieval española. Manrique insiste en ellas en lo fugaz de esta vida, a la que compara con el río que muere en el mar, y en que todos los hombres, cualquiera que sea su condición, son iguales al llegar la muerte.

Jorge Manrique nació en Paredes de la Nava (Palencia) hacia 1440. Además de las Coplas escribió algunas composiciones amorosas y burlescas. Murió en 1479.

La Celestina de Fernando de Rojas

   Calisto era uno de los muchos jóvenes nobles que practicaban deportes, iban de caza, leían o escuchaban los relatos de sus profesores, al alborear la Edad Moderna. Muchos de estos jóvenes se casaban con quien sus padres determinaban, cuando el hijo aún era pequeño o acababa de nacer.

   Un día, Calisto iba persiguiendo un halcón cuando este se introdujo en un jardín. Calisto subió la tapia y vio a una joven maravillosa de la que se enamoró en seguida. Esta joven -Melibea se llamaba- rechazó las palabras amorosas del joven enamorado. Calisto se fue a su casa desesperado y hablo de sus cuitas con su criado Sempronio. El criado le dijo que había una mujer muy ducha en cuestiones de amor, y que por dinero estaba dispuesta a hacer lo que fuera. Fue, pues, Calisto a entrevistarse con Celestina, dándole una cadena de oro, y esta, ni corta ni perezosa, puso manos a la obra con tan buen arte que al poco tiempo de hablar con Melibea, esta no veía ya con los ojos con que vio al principio a Calisto. Es más: se enamoró tan rendidamente de él que, pese a ser una tímida doncella, accedió a tener una entrevista secreta con él. Así, los dos jóvenes pudieron amarse en secreto, gracias a Celestina.

   Mientras tanto, el criado de Calisto, Sempronio, fue con un compañero suyo a reclamar a Celestina su parte en la cadena de oro que el amo le había dado. Celestina se negó a darles su parte con muchos argumentos, pero Sempronio se fue poniendo furioso y la mató de una estocada. Ambos criados huyeron despavoridos por lo que habían hecho, pero la justicia los persiguió, los prendió y los ajustició.

   Calisto y Melibea seguían viéndose. Pero una noche en que Calisto estaba en el jardín de Melibea, oyose un ruido y el joven salto asustado la tapia, con tan mala suerte que resbalo y se mató. Melibea, al ver tan terrible desgracia, subióse a una torre de su casa, y como viera a su padre, creció aún más su angustia, y se arrojó desde lo alto, muriendo igualmente.

   Este es el argumento de una obra de teatro llamada Tragicomedia de Calisto y Melibea y conocida posteriormente con el nombre de La Celestina, pues aunque puede parecer que los protagonistas son los jóvenes enamorados, el verdadero protagonista es esa mujer astuta, que ha vivido mucho, que no se asombra ante nada ni hay nada nuevo para ella; esa vieja que conoce a los hombres y a las mujeres y que está dispuesta a oficiar de intermediaria en lo que sea.

   Esta comedia es una obra de gran valor literario, por la autenticidad de los personajes (uno de los cuales, la Celestina, ha quedado como apelativo), porque es la primera vez, en esa época, que se resuelven las situaciones sin la intervención de una providencial salvación, por la fuerza trágica de la acción y de los personajes, sometidos a un destino del que no pueden escapar.

   El primer acto de La Celestina es de autor anónimo; los restantes son de Fernando de Rojas. La primera edición de la obra apareció en 1499.

   Fernando de Rojas nació en Puebla de Montalbán. Compuso quince actos de los dieciséis de que consta La Celestina. Murio en 1541.

¿Qué es el Haikai?

   El pueblo japonés ha demostrado una predilección muy acentuada por todo lo sutil, leve y armonioso. Esta característica se ha puesto de manifiesto en todas sus creaciones artísticas. Piénsese, por ejemplo, en los exquisitos haikais o haikú, la fórmula mas popular de la poesía nipona: una breve estrofa de 17 sílabas, repartidas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas. Este genero poético nació durante la época de los Tokugawa, en el siglo XVI, y en un principio constituyó sobre todo un juego ingenioso y cómico de palabras, una adivinanza pletórica de color y poesía.
   Matsuo Basho (1644-1694), el más famoso poeta japonés, sabía expresar todo un mundo de sensaciones y pensamientos en la brevedad del haikai. Muerto Basho, sus discípulos siguieron su sabia técnica del haikai. Más tarde, en la segunda mitad del siglo XVIII, el haikai recibe otro impulso debido al poeta y pintor Yosa Buson (1716-1783), el cual nos ha dejado numerosas composiciones menos profundas que las de Basho, pero quizá más técnicas. He aquí algunos haikais, pertenecientes a distintos autores:

Si se aplicase
un mango a la luna,
¡qué hermoso abanico!

¿Una flor caída
que retorna a la rama?
¡Una mariposa!

Un grano de arena 
en la concha: 
playa dorada.

La hora en que el canto de las cigarras es tan fuerte 
que las ramas de bambú tiemblan.


   En la literatura japonesa recibe el nombre de haikai la estrofa más popular de la poesía de este país: consta de 17 sílabas distribuidas en versos de 5, 7 y 5 sílabas. Su cultivador mas famoso fue Matsuo Basho (1644-1694), el más célebre poeta japonés.
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¿Quién escribió El Libro del Buen Amor?


   «Querido Juan Ruiz: Sosiega un poco; siéntate; las gradas de este humilladero, aquí fuera de la ciudad, pueden servirnos de asiento durante un momento. Has corrido mucho por campos y ciudades y todavía no te sientes cansado. Tu vida es tumultuosa y agitada; quien te vea por primera vez sin conocerte, dirá sin equivocarse cómo eres, cual es tu espíritu, lo que deseas y lo que amas. Tienes la cara carnosa y encendida: en la grosura de la faz aparecen tus ojos chíquitos, como dos granos de mostaza. La nariz, recia, una nariz sensual, avanza como para olfatear olores de yantar o de mujer... Tus labios, Juan Ruiz, son el complemento de esa nariz recia y sensual; son unos labios gordos, colorados, que parecen estar gustando a toda hora mil gratísimos gustores. Has recorrido mucho por la vida y todavía te queda por recorrer otro tanto. Descansa un momento aquí, en la serenidad de la tarde.» (Azorín.)

El paraíso perdido de Milton



   La Biblia nos explica que el paraíso es un lugar maravilloso en el que Dios colocó a Adán y Eva, los primeros padres de la humanidad. Tras ceder a la tentación de Satán, que se les apareció en forma de serpiente y los indujo a comer el fruto prohibido, Adán y Eva fueron expulsados del paraíso.
   Sobre este tema, John Milton escribió El paraíso perdido, poema compuesto de doce cantos, que debe ser considerado como una de las obras más excelsas del ingenio humano. Entre todos los personajes que aparecen en ese poema, la figura de Satán es, sin duda, la mejor tratada. Para Milton, Satán es un ser hermoso y melancólico, con ciertas características humanas. Existe un pasaje en el que Satán, adoptando la forma de serpiente, se acerca a Eva y le habla. La mujer se maravilla al oír hablar a una serpiente y le pregunta como ha podido adquirir la voz humana y la inteligencia, que no había tenido hasta entonces.

   —¡Emperatriz de este hermoso mundo! ¡Eva resplandeciente! —le responde Satán—
. Me es sumamente fácil decirte cuanto me ordenas; justo es también que seas obedecida... En un principio yo era como las demás bestias que pacen la hierba hollada por sus pies; mis pensamientos eran abyectos y tan bajos como mi pasto; únicamente podía discernir el alimento y el sexo, y no comprendía nada que fuera elevado; hasta que un día, vagando a la ventura por el campo, descubrí a lo lejos un hermoso árbol cargado de frutas matizadas de los más bellos colores de púrpura y oro. Me acerqué a él para contemplarlo y noté que sus ramas despedían un olor excelente y agradable al apetito; este olor halagó mis sentidos mucho más que el que despide el dulce hinojo, más que la ubre de la oveja o de la cabra, que deja escapar por la noche la leche no mamada por el cordero o por el cabrito, ocupados en sus juegos.
   »Resolvi satisfacer en el mismo instante el vivo deseo que sentía de probar aquellas hermosas manzanas; el hambre y la sed, persuasivas consejeras, aguijoneadas por el olor de tan seductora fruta, me impulsaban vivamente a ello. Inmediatamente me levanto y enrosco mis anillos en el musgoso tronco de aquel árbol, porque para llegar a las ramas sería necesaria tu gallarda estatura o la de Adán; en torno del árbol estaban los demás animales, contemplándome; y excitados por el mismo deseo, me envidiaban, porque no podían alcanzar la fruta. Cuando conseguí llegar a la mitad del árbol, de donde pendía tan próxima y tan tentadora la abundancia, no me descuide en coger y comer hasta la saciedad, porque jamás había experimentado un placer semejante, ni en el pasto ni en la fuente.
   »Satisfecha, al fin, no tarde en observar en mi un cambio extraño con respecto al grado de razón de mis facultades interiores; en breve obtuve la facultad de hablar, aunque conservaba mi forma acostumbrada...

John Milton nació en Londres en 1608, de una familia burguesa y puritana. Obras: El paraíso perdido. El paraíso reconquistado, Odas y Elegías, etc. Falleció en 1674.

¿Quién escribió Moby Dick?


   El diablo puede adoptar las mas variadas y extrañas formas. Para el capitán Achab, por ejemplo, adoptó la forma de una monstruosa ballena blanca, auténtica asesina de los mares. He aquí, en síntesis, el argumento de Moby Dick, la gran novela de Herman Melville que narra la obsesión del capitán Achab por dar muerte al terrible cetáceo:
   Ismael, muchacho ávido de aventuras, se decide a embarcar. En una humilde posada de marineros conoce a Queequeg, extraño y pintoresco arponero, con el que entabla gran amistad. Ambos embarcan en el Pequod, pequeña ballenera mandada por el misterioso capitán Achab, hombre todavía joven, pero al que ya le falta una pierna, que perdió al intentar capturar a Moby Dick. Achab está obsesionado por dar muerte al monstruo, en el que ve una encarnación del diablo.
   — Habéis embarcado para perseguir a la ballena blanca, a ese demonio, por los dos hemisferios si es preciso. Hasta que su chorro salga negro de sangre y muera. ¡La he de seguir doblando el cabo de Buena Esperanza, cruzare el Maelstrom y los remolinos noruegos y el mismísimo fuego del infierno antes de darme por vencido!
   Se inicia la persecución del monstruo. Ocurren diversos lances, pero Moby Dick no aparece. El capitán Achab manda depositar una moneda de oro en lo alto del mástil para el primer vigía que divise a la ballena blanca. Por fin, una noche, los tripulantes del Pequod son advertidos de su presencia. Se suceden entonces tres días de persecución y lucha. Varios botes son destrozados y la ballena parece insensible a la multitud de arpones que le arrojan. Por fin, al tercer día, el capitán Achab ordena rodear a Moby Dick con todos los botes disponibles. La ballena va destruyéndolos uno tras otro, y el capitán, que se ha enredado en la cuerda de uno de los arpones, desaparece con el monstruo para siempre, bajo las agitadas aguas del océano. El joven Ismael, con algunos marineros, son los únicos supervivientes de la gran tragedia.
   Moby Dick es la obra maestra de Herman Melville. En su texto, escrito en ocasiones en una prosa poética, se exponen también algunos problemas filosóficos, tales como el del libre albedrío, la naturaleza del mal y su conocimiento, la predestinación, etc. Melville escribió tambien Israel Potter, novela histórica; Timoleón, etc., además de numerosas novelas cortas.
   Herman Melville nació en Nueva York en 1819. Llevo a sus novelas la experiencia de su vida aventurera en el mar. La más famosa es Moby Dick. Falleció en 1891.

Tarzán de los monos


   ¿Quién no ha oído hablar de Tarzán, el muchacho de raza blanca criado entre las fieras de la selva africana? Hijo de unos aristócratas ingleses que encontraron la muerte al estrellarse el avión que los conducía, el pequeño Tarzán, que sobrevivió al accidente, es criado por una gigantesca mona, que el muchacho considerara luego como madre adoptiva. Con el tiempo, Tarzán se convierte en el rey de los monos, y es obedecido por muchos animales y temido por otros...
   La primera novela sobre Tarzán, tan popularizado luego por el cine, se llamó Tarzán de los monos. Apareció en 1914, y ha tenido innumerables continuaciones. Una de las últimas fue Tarzán el magnífico, aparecida en 1939. He aquí un pasaje de Tarzán en la selva, en el que se refleja la extraña angustia que se apodera de Tarzán cada vez que trata de recordar su pasado:
Aquella mañana, a primera hora, Tarzán de los monos había ido a la cabaña junto al mar, donde pasaba muchísimas horas en las ocasiones en que su tribu vagaba por los alrededores. En el suelo yacía el esqueleto de un hombre -todo lo que quedaba del primer lord Greystoke-, tal cual había caído como veinte años atrás, cuando Kerchak, el enorme mono, lo arrojó allí sin vida. Mucho tiempo hacía que las termitas y los roedores pequeños habían mondado los fuertes huesos del inglés. Durante años Tarzán había visto allí el esqueleto, sin dedicarle mas atención que a los innumerables miles de huesos que se encontraban en todos los parajes de la selva. En la cama descansaba otro esqueleto más pequeño, al cual el mozo no hacia tampoco caso. (Como podía saber que uno era de su padre y el otro de su madre?
   Aquel día estaba inquieto, y volvía las paginas primero de un libro y después de otro; contemplaba grabados que se sabía de memoria, y luego dejaba los libros a un lado. Por milésima vez se puso a revolver el aparador, y sacó una bolsa que contenía unos pedazos de metal pequeños y redondos. En los años anteriores había jugado con ellos centenares de veces; pero siempre los volvía a colocar cuidadosamente en la bolsa, y la bolsa en el aparador, en el mismo anaquel en que la descubrió la primera vez. Por modo extraño se manifestaba en el la herencia. Vástago de una raza ordenada, era ordenado también, sin saber por qué. Los monos dejaban caer las cosas en el mismo lugar en que perdían todo interés por ellas, ya fuera entre las altas hierbas, ya desde las elevadas ramas de los árboles. Lo que soltaban lo volvían a encontrar alguna vez, como por casualidad; pero no era tal la costumbre de Tarzán. Para sus pocos bienes tenía un sitio, y escrupulosamente volvía a su lugar cada cosa una vez que terminaba con ella. Las redondas piezas de metal de la bolsita siempre le interesaban. A cada lado tenían grabados en relieve, cuyo significado Tarzán no podía entender. Aquellos pedazos eran muy brillantes y relucientes. A Tarzán le divertía colocarlos sobre la mesa formando figuras diversas. Centenares de veces había jugado de igual modo.

Edgar Rice Burroughs nació en Chicago en 1875. Además de los 23 volúmenes de que consta la serie de Tarzán, escribió otras novelas sobre Marte, precursoras de la moderna literatura de ciencia ficción. Sus obras han sido traducidas a todos los idiomas cultos y adaptadas a la radio y al cine. Murió en 1950.

La "Marcha triunfal" de Rubén Darío

«Allí donde terminan las palabras, empieza la musica», ha dicho un celebre compositor. Sin embargo, no es del todo cierto, pues hay poesías que contienen una musicalidad tan patente que parecen una partitura en la que las palabras serían las notas, los versos los acordes y la rima el compás; he aquí un ejemplo de como un poeta ha logrado apresar en sus versos la imagen de un desfile militar valiéndose del sonido y del ritmo; se trata del gran poeta nicaragüense Rubén Darío, y su poesía, muy conocida, se llama Marcha triunfal:

¡Ya viene el cortejo!
¡Ya se oyen los claros clarines!
¡La espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines!
Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes,
los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas,
la gloria solemne de los estandartes
llevados por manos robustas de heroicos atletas.
Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeros,
los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra,
los cascos que hieren la tierra,
y los timbaleros,
que el paso acompasan con ritmos marciales.
¡Tal pasan los fieros guerreros
debajo los arcos triunfales!
Los claros clarines de pronto levantan sus sones,
su canto sonoro,
su cálido coro,
que envuelve en un trueno de oro
la augusta soberbia de los pabellones.
Él dice la lucha, la herida venganza,
las ásperas crines,
los rudos penachos, la pica, la lanza,
la sangre que riega de heroicos carmines
la tierra;
los negros mastines
que azuza la muerte que rige la guerra.

No todas las poesías de Rubén Darío tienen la fuerza y el vigor de esta Marcha triunfal. Compuso también versos de una delicada intimidad, pues este gran poeta asimiló todas las corrientes literarias de su tiempo -el simbolismo, el parnasianismo, el romanticismo, el realismo- y las fundió en una sola, superando muchas de ellas y llegando a crear un movimiento poético —el modernismo —, que tendría como base la espiritualidad y la toma de conciencia de los problemas americanos y españoles. Darío fue, además, un innovador del lenguaje poético, al que doto de colorido y sonoridad.

Rubén Darío nació en Metapa (Nicaragua) en 1867. Fue el creador del modernismo. Entre sus obras destacan Azul, Prosas profanas, El canto errante y Cantos de vida y esperanza. Murió en León de Nicaragua en 1916.

Veinte mil leguas de viaje submarino

   El 24 de Julio de 1958, el submarino atómico Nautilus partió de la base de Honolulú con 116 hombres a bordo. El 13 de agosto del mismo llego a Portland (Gran Bretaña), tras haber navegado por debajo del casquete polar ártico y haber recorrido 2900 kilómetros. Cien años antes, en la imaginación del novelista francés Julio Verne, otro submarino, llamado tambien Nautilus, había realizado ya un viaje similar, navegando 20000 leguas por debajo del océano y cruzando por debajo de los hielos del Polo Sur. No deja de ser asombroso que Julio Verne pudiera predecir y adivinar en pleno siglo XIX muchos adelantos e inventos científicos que en su época parecían únicamente fantasías propias de la imaginación de un literato. Veamos, por ejemplo, el argumento de su novela Veinte mil leguas de viaje submarino:
   El profesor frances Aronnax representa a su país a bordo del Abraham Lincoln, buque que va a intentar destruir un monstruo marino que ya ha hundido a varios barcos.

El Fausto de Goethe


   Todos saben que en otros tiempos se creyó que los hombres podían pactar con el diablo. Durante la Edad Media y la Edad Moderna, muchas personas de toda condición —hombres y mujeres — fueron acusados de haber pactado con el demonio, ofreciéndole a cambio su alma, que es el único precio que aquel establece a cambio de sus favores. De entre todos los pactos demoniacos, sin embargo, pocos tan célebres como el que un anciano y orgulloso sabio, ávido de conocimientos, celebró con el diablo encarnado en Mefistófeles. Dicho pacto y sus consecuencias sirven de argumento a la inmortal obra Fausto, escrita por Goethe.
   Fausto, tras su acuerdo con el diablo, rejuvenece. Mefistófeles le ofrece todos los placeres, pero Fausto los rechaza. El diablo le conduce entonces ante Margarita, bellísima muchacha de la que Fausto se enamora al instante, exigiendo al diablo que haga que ella le corresponda. Mefistófeles consigue lo que Fausto le solicita, pero los acontecimientos se suceden de tal forma que Fausto se siente luego profundamente arrepentido. Margarita muere y su alma asciende al cielo, llevándose consigo el alma del arrepentido Fausto, que supo resistir las nuevas tentaciones que le sugirió el diablo.
   El Fausto de Goethe no constituye únicamente una de las obras maestras de la literatura mundial de todos los tiempos, sino también el símbolo del ansia humana hacia el infinito.
   Johann Wolfgang Goethe nació en Frankfurt en 1749. En 1775 se trasladó a la corte de Weimar, donde falleció en 1832, rodeado de fama y prestigio universales. Además de Fausto, escribió otra gran obra: Las desventuras del joven Werther.

Martín Fierro (José Hernández)


   Los gauchos son los pastores de ganado de la pampa argentina, esa inmensa llanura americana en la que se pierden de vista los trigales y los maizales, y en la que el horizonte solo rompe su línea recta cuando pasa un caballo y un gaucho que lo monta. Los gauchos tienen fama de ser buenos jinetes: saben echar el lazo a un caballo salvaje, montarlo y domarlo; los gauchos hacen de todo: labran la tierra, siegan las mieses y además cantan; cantan sus penas con voz cadenciosa, una guitarra y algún compañero que a veces escucha y a veces acompaña. Los gauchos estan hoy desapareciendo, pero su canto desgarrado, de hombres sin esperanza, ha llegado hasta nosotros. Escuchémoslo:

Yo no soy un cantor letrao, 
mas si me pongo a cantar 
no tengo cuando acabar 
Y me envejezco cantando: 
las coplas me van brotando 
como agua de manantial. 
Soy gaucho, y entiéndanlo 
como mi lengua lo explica: 
para mi la tierra es chica 
Y pudiera ser mayor; 
ni la víbora me pica 
ni quema mi frente el sol. 
Ricuerdo que maravilla! 
como andaba la gauchada, 
siempre alegre y bien montada 
Y dispuesta pa el trabajo; 
pero hoy en dia... ¡barajo! 
no se le ve de aporriada (1). 
Tuve en mi pago en un tiempo 
hijos, hacienda y mujer, 
pero empecé a padecer, 
me echaron a la frontera. 
¡Y que iba a hallar al volver! 
tan solo halle la tapera (2).

   A este gaucho lo llevaron a la fuerza a la frontera, a luchar con quien no conocía; y un día huyó del campamento y volvió a su tierra, pero no encontró ni familia ni bienes; juro vengarse y se convirtió en un gaucho peleón, bebedor y criminal. La policía lo persigue, pero consigue huir, y pasa los años recorriendo la pampa, malviviendo, hasta que, ya mayor, se acuerda otra vez de aquella tierra en que nació, y vuelve con los suyos.
   Estos versos del gaucho pertenecen a un bello poema llamado Martín Fierro, que es el nombre del gaucho que canta su vida y desventuras. Están escritos por un argentino, José Hernández, en lengua gauchesca, que hoy ya se ha perdido.
   José Hernández nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, en 1834. Su obra más célebre es el Martín Fierro, pero escribió también otro poema llamado Vida del Chacho, y numerosos articulos. Murió en 1886, en Buenos Aires.


(1) Golpeada.
(2) Ruinas.

La guerra de los mundos de H. G. Wells

(Fragmento) 

  Una noche, de madrugada, los hombres descubren en el firmamento una extraña luz:
   La contemplaron centenares de personas que la creyeron una estrella errante, Idéntica a las otras. En la descripción de Albin se había de un rastro grisáceo que dejaba el meteoro, y que resplandecía algunos segundos. Deming, nuestra autoridad más reputada en meteoritos, atestigua que la altura de su primera aparición fue de 140 a 160 kilómetros. Le pareció que había caído a unos 150 kilómetros al este.
   Pero ¿se trataba realmente de un meteoro? Al día siguiente, poco después de que amaneciera, un hombre se dirige hacia el lugar donde supone que ha caído el meteoro.
El hombre, con el animo suspenso, se acerca al enorme objeto, que tiene un diámetro de 25 a 30 metros.
   Permaneció de pie al borde del agujero, extrañándose del raro aspecto del cilindro, desconcertado sobre todo por la forma y el color, que no eran los de otros meteoritos y percibiendo vagamente, aun entonces, ciertos indicios de que pudiera ser intencionada esta caída. No recordaba haber oído cantar los pájaros aquella madrugada; no había brisa: los únicos ruidos que oía eran los débiles chasquidos de la masa cilíndrica. Estaba solo en la llanura...
   De pronto, estremeciéndose, el hombre advierte que la cima circular del cilindro gira lentamente. Comprende por fin que el cilindro es artificial —hueco— y que alguien, desde el interior, trata de destornillar la tapa... Pocas horas después, ante un horrorizado grupo de personas, se desvela el misterio...
   Una masa grisácea y redonda, del tamaño de un oso, se alzaba lenta y trabajosamente hacia fuera del cilindro. Cuando le dio la luz plena, brillaba como cuero humedecido. Dos colosales ojos oscuros me miraron con fijeza. La redonda masa tenia un rostro, si vale esta palabra. Había bajo los ojos una boca cuyos bordes sin labios, temblorosos y palpitantes, segregaban saliva. Suspiraba y latía el cuerpo convulsivamente... Un apéndice tentacular, delgado y blando, se asió del borde del cilindro y otro se balanceó en el aire.

   Wells, autor de La maquina del tiempo. La isla del doctor Moreau, El hombre invisible y La guerra de los mundos, novela a la que pertenecen los fragmentos que anteceden, está considerado como un precursor de la literatura de ciencia ficción.
   Herbert George Wells nació en Bromley, Kent (Inglaterra), en 1868. Estudió ciencias físicas y naturales antes de dedicarse a escribir. Falleció en 1946.

Fray Luis de León

   Los agustinos y dominicos eran las órdenes religiosas de mayor prestigio intelectual en tiempos de Felipe II. Unos y otros se disputaban las cátedras de las universidades. En el año 1561, un agustino llamado fray Luis de León ganó la cátedra de teología de la Universidad de Salamanca, en la cual enseñó durante mucho tiempo; pero fue acusado de judaizante en sus comentarios bíblicos, lo cual provocó la intervención de la Inquisición, que lo hizo encarcelar. Cinco años paso en prisión, y cuando en 1576 quedó absuelto y volvió a iniciar su labor docente, comenzó su primera clase con estas palabras: «Decíamos ayer...», como si estos cinco años no hubieran existido, como si no tuvieran importancia y no lo hubieran afectado ni a él ni a su cátedra. Tal era el carácter de este gran escritor. Su elevado espíritu y su serenidad ante la vida se reflejan en esas poesías sosegadas que parecen discurrir por la belleza de las cosas, en lo que tienen de sencillo y armonioso. He aquí unas estrofas de su Vida retirada:

   ¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
   Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
   Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
   Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura,
   Y mientras miserablemente
se están los otros abrasando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

   Esta poesía es una interpretación del Beatus Ille, de Horacio, pero la ironía y la indiferencia de este escritor latino se halla sustituida en fray Luis de León por amor y exaltado elogio a la vida en el campo, a la tranquilidad de los lugares retirados en los que es posible la meditación. Fray Luis fue el gran poeta lírico de la época de Felipe II.
   Fray Luis de León nació en Belmonte (Cuenca) en 1527. Ingresó en la orden de los agustinos y ocupo varias cátedras en la Universidad de Salamanca. Obras en prosa: La perfecta casada, De los nombres de Cristo, A Felipe Ruiz, Morada del cielo y otras. Murió en 1591.

Cyrano de Bergerac


   Savinien de Cyrano de Bergerac fue un escritor francés que debe su fama, mucho más que a sus propias obras, a su compatriota el dramaturgo Edmond Rostand, que hizo de él el héroe de la más célebre de sus piezas. La naturaleza había dotado a Cyrano de talento poético y de un corazón caballeroso y generoso, pero también, para su desventura, de un apéndice nasal tan gigantesco y deforme, que se le habría podido aplicar el burlón verso de Quevedo: «Érase un hombre a una nariz pegado...» Esta infortunada circunstancia ejerce un gran papel en la obra de Rostand. En efecto, la conciencia de su fealdad impide al poeta manifestar su amor a la bella Roxana, a la que ama con pasión. Pero hay más: Cyrano llega al extremo sublime de prestar su talento y su elocuencia de poeta al apuesto, pero torpe, Christian, para que este enamore así a Roxana, mientras él, Cyrano, permanece en la sombra, con la amargura de su pasión no confesada. Solo cuando Cyrano muera ante sus ojos, descubrirá Roxana el heroico secreto de su devoto y silencioso enamorado.
   Con estos elementos del más exaltado romanticismo compuso Rostand su Cyrano de Bergerac, que alcanzó muy pronto fama universal. He aquí un breve fragmento de una de las más bellas escenas de la obra:

   CYRANO (con emoción creciente). -Aprovechemos la ocasión que se ofrece... de hablar sin ver.
   ROXANA. - ¡Sin vernos!
   CYRANO. - ¿No os parece la ocasión deliciosa? No nos vemos: solo, en la oscuridad, adivinamos que sois vos, que soy yo, que nos amamos... Vos, si algo veis, es solo la negrura de mi capa; yo veo la blancura de vuestra leve túnica de estío... ¡Dulce enigma que halaga al par que asombra! ¡Somos, dulce bien mío, vos una claridad y yo una sombra!

   Edmond Rostand nació en Marsella en 1868 y murió en 1918. Además del Cyrano, ha dejado otras piezas famosas: El Aguilucho (sobrenombre del hijo de Napoleón), Chantecler, etc.

Góngora, un poeta incomprendido

   El siglo XVII, Siglo de Oro español, fue una época propicia para las polémicas literarias, pues dada la diversidad de los grandes escritores de entonces era lógico que unos escribieran de una manera muy diferente a la de otros, y que se formaran grupos y escuelas adversarias entre si. Pero las polémicas llegaron a su punto mas crítico cuando aparecieron dos largos poemas debidos a un escritor cordobés. Luis de Góngora y Argote, que pronto llegó a ser el poeta más atacado y defendido de su tiempo. Lope de Vega, Quevedo y otros escribieron versos en los que le atacaban o se burlaban de sus escritos. Las dos obras que decíamos se llaman Fábula de Polifemo y Galatea y las Soledades; ¿qué tenían estos poemas para provocar tal revuelo? Pues que eran muy oscuros y solo las personas cultas podían entenderlos —por eso se llamó culteranismo a la tendencia literaria de Góngora y de sus seguidores— y porque utilizaban complicadas metáforas para decir las cosas. Por ejemplo, los montes nevados son «gigantes de cristal», el gallo es «doméstico del sol nuncio canoro», los manteles blancos son «nieve hilada», etc.
   De todos modos, el culteranismo aportó muchas cosas positivas, pues enriqueció el idioma con palabras nuevas y abrió nuevos caminos a la poesía. Muchas de las letrillas y romancillos que Góngora escribió no son tan complicados como los dos poemas citados, pues las compuso en metros cortos populares, como esta:

La más bella niña
de nuestro lugar
hoy viuda y sola
y ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice
que escucha su mal:
Dexadme llorar,
orillas del mar.
Pues me diste, madre,
en tan tierna edad
tan corto el placer
tan largo el penar.
Y me cautivaste
de quien hoy se va
 y lleva las llaves
de mi libertad.
Dexadme llorar,
orillas del mar.

   Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba en 1561. Al final de su vida se ordenó sacerdote y fue nombrado capellán de honor de la corte de Felipe III. Escribió letrillas, romances y dos extensos poemas: el Polifemo y las Soledades. Murió en Córdoba en 1627.


Maurice Maeterlinck


   Maurice Maeterlinck (1862-1949) fue un literato y naturalista belga, nacido en Gante. Aunque sus primeras intenciones fueron dedicarse a la abogacía, no tardó en descubrir que su verdadera vocación estaba en el campo de las letras. Su actividad literaria en la poesía y en la dramaturgia, aparte de su interés en la filosofía y en el cultivo del ensayo, pronto le valieron prestigio mundial. En 1911 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura.
   El teatro de Maeterlinck tiene el gran merito de encerrar profundos y sugestivos simbolismos. La vigorosa imaginación creadora de este autor ha logrado suscitar excepcional interés entre los lectores y espectadores con obras como El Pájaro Azul, que primero en las tablas y más tarde en forma narrativa, ha sido fuente de optimismo.
   De su obra de naturalista ha dejado un trabajo minucioso y completísimo sobre la organización de la vida y costumbres de las abejas. La Vida de las Abejas, aparte de revelar el agudo poder de observación del autor, constituye lectura de excepcional amenidad. Las adaptaciones hechas especialmente para los niños son importante material pedagógico. No menos valiosas son sus observaciones sobre la vida de las hormigas y de otros animales.

William Somerset Maugham

    William Somerset Maugham (1874-1965). Novelista, cuentista y dramaturgo inglés, nacido en París. Estudió medicina, aunque no ejerció la profesión, y durante la primera guerra mundial perteneció al servicio secreto inglés. Escribió una de las mas leídas novelas inglesas del siglo XX, Servidumbre humana (1915), que es en ciertos aspectos autobiográfica. También a su pluma se deben las novelas Liza de Lambeth, La lima y seis peniques, El filo de la navaja y El velo pintado; las obras teatrales La esposa constante, The Circle, etc.; y los cuentos Lluvia, Cosmopolitas, The Vagrant Mood, etc.


William Somerset Maugham dramaturgo inglés
William Somerset Maugham  


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