Flores silvestres


   Muchas de las flores que encontramos en nuestros jardines fueron traídas de otras tierras. Estas flores no crecerían si no las cuidáramos mucho. Debemos plantarlas, regarlas y arrancar todas las hierbas que crezcan a su alrededor. Pero también hay muchas flores que no es necesario cuidar tanto. Son las llamadas flores silvestres.
   No todas las flores silvestres se dan en la misma estación. Los geranios silvestres, las violetas, las malvas y las colombinas, por ejemplo, son flores primaverales. En los bosques encontramos
muchas flores primaverales. En los bosques formados por árboles que pierden las hojas en el invierno, el sol llega al suelo durante la primavera, antes de que crezcan de nuevo en ellos las hojas.    El suelo de estos bosques se cubre de flores al principio de la primavera. Después, la sombra de las hojas de los árboles les impide continuar viviendo.
   Otras flores, en cambio, son de verano y de otoño. Muchas de estas flores crecen a la orilla de los caminos, en donde continuamente les da el sol.
   Algunas de las flores silvestres mas bonitas están en peligro de desaparecer porque no las cuidamos como a las de nuestros jardines. Pero si no queremos que desaparezcan, debemos procurar, por lo menos, no hacerles daño.
   Uno de los daños mas grandes que hacemos a las plantas silvestres, es el cortar muchas de sus flores. En las flores se forman las semillas. Si cortamos todas las flores de una planta, no habrá semillas que produzcan nuevas plantas. También cortamos estas flores con tanto descuido que algunas veces arrancamos toda la planta, causando la extinción de ciertas especies.
   Actualmente, ya no hay tantas flores silvestres alrededor de nuestras ciudades como había antes.    Muchas de las selvas y de las llanuras han sido convertidas en campos, en jardines y en invernaderos; las plantas que crecen a lo largo de las carreteras, suelen ser quemadas para evitar el daño que sus raíces producen en el pavimento. Las plantas y flores silvestres tienen cada vez menos lugares donde crecer, y por ello debemos poner especial cuidado en no destruir las que todavía existen, y que contribuyen, con su gracia sencilla y sus colores, a embellecer el mundo en que vivimos.