La veleta

   El inventor de la veleta se adelantó al escultor norteamericano contemporáneo Alexander Calder, creador de los móviles, obras de metal ligero cuyos elementos. dispuestos sobre un vástago, se ponen en movimiento al ser impulsados por el aire.
   La veleta, montada sobre un pivote en lo alto de un edificio, indica la orientación del viento por la dirección que este le hace tomar.
   Los hombres se han ingeniado a lo largo de los siglos para dar a la veleta las más variadas formas: flecha o barco. sirena o quimera, león o delfín, gallo o bandera. En la Edad Media, la veleta constituía un signo de nobleza, y estaba reservada para las casas de algunos privilegiados, donde se recortaba en forma de penacho (para los caballeros) o de bandera (para los jefes de mesnada).
   La veleta de las estaciones meteorológicas es un instrumento más serio, que no se permite fantasías decorativas. Su flecha y su cola son muy sobrias. Esta provista de un dispositivo eléctrico de transmisión que asegura la lectura directa a distancia de los informes que proporciona. Cada vez que cambia de dirección, su eje desplaza el cursor de un reóstato, lo cual produce una variación de resistencia y el desplazamiento de la aguja de un amperímetro sobre un cuadrante en el cual están inscritos los ocho sectores de la rosa de los vientos.
   Una veleta de tipo especial es la manga de aire que se utiliza en los aeródromos. Su tubo de tela blanca o roja, visible desde bastante lejos, parece una especie de cazamariposas. Esta veleta, suspendida en lo alto de un mástil, sirve para informar a los pilotos en vuelo.