¿Cómo vestían los antiguos romanos?

   Cinco minutos después de haberse levantado de la cama, el antiguo romano estaba listo para aparecer en público. A los pies de su lecho estaban las sandalias (o las "calzas" si debía sa­lir) que se ponía en contados segundos. En cuan­to a la higiene, en ese momento la dejaba de lado porque le dedicaba las horas de la tarde, en que se dirigía a las termas públicas a darse un baño completo. Los cabellos, generalmente cortos y "es­pontáneamente" rizados, no le daban mayor tra­bajo. En estas condiciones no le restaba más que echarse encima la toga, arreglarla, y ya estaba listo para salir. No hablemos de la época en que la toga era el único indumento. Entonces, los ro­manos la conservaban puesta hasta para dormir, y cuando se levantaban no tenían más que com­ponerla para hallarse listos. En esta nota nos re­ferimos a la vestimenta de la época de Julio César.


LOS RESFRÍOS DE AUGUSTO
   Posiblemente, muchos se habrán hecho la siguiente pregunta: los ro­manos, y en general los antiguos ¿llevaban calzoncillos debajo de sus túnicas o de sus togas? Bueno; aun­ que no precisamente calzoncillos, algo llevaban. Se trataba de una faja de lino que pasaba entre las piernas y era sujetada alrededor de la cintura. Pero, allí terminaba to­da su ropa interior. En los prime­ros tiempos no se vestía más que este indumento, y encima, la toga.
   En los tiempos de César y de Au­gusto había quienes, por tradición, iban con el pecho y el brazo dere­cho desnudos. Augusto no debía mirarlos con buenos ojos, pues su salud delicada no le permitía semejante demostración, motivo por el cual había adoptado la nueva moda que imponía llevar una túnica de­bajo de la toga.
   La túnica masculina era una es­pecie de camisa de lana que llegaba hasta la rodilla. Estaba hecha con dos trozos de tela cosidos juntos y no tenía botonaduras; se introducía por la cabeza. Al principio era sin mangas, pero las espaldas eran tan anchas que caían un poco sobre los brazos. Por eso, al observar las estatuas, tenemos la im­presión de que las túnicas tenían mangas. Pero, con el tiempo, las tuvieron y fueron creciendo en longitud. Al final del imperio, cuando ya la toga se hallaba en desuso, la túnica de mangas largas acabó por imponerse.
   La túnica se sujetaba al cuerpo con un cinturón y se levantaba de modo que resultara un poco más larga adelante que atrás. Pero en la época a que nos referimos (final de la república) sólo la gente modesta vestía úni­camente túnica. Los ciudadanos lucían la toga.