¿Quién valoraba a la verdad por su utilidad?

   La filosofía racionalista había inten­tado durante años descubrir la ver­dad y acceder a la comprensión del Universo. Pero el pragmatismo del norteamericano William James presentará el problema desde un punto de vista completamente dis­tinto. James, que dio también a su doctrina el nombre de empirismo radical, pues, efectivamente, el em­pirismo había sido la gran alternati­va al racionalismo, rechaza la con­cepción de la verdad como cohe­rencia racional y piensa que la ver­dad es solamente algo que fun­ciona, algo que no es rígido ni estable y que puede cambiar, si así se precisa. Por ello, ninguna proposi­ción puede ser aceptada si no es válida para la vida concreta. El excesi­vo deseo de profundizar en las co­sas — piensa James— termina paralizando al individuo y acaba no sir­viendo para nada. Independiente­mente de lo que sea en realidad el Universo, una realidad única y compacta, o bien una pluralidad, a Ja­mes le parece más práctico aceptar esta última posibilidad. En un momento en que la teoría evolucionista de Darwin revolu­cionaba las ciencias biológicas, James, atraído por esta teoría, in­tentaba sacar de ella conclusiones que conciliaran la ciencia con la reli­gión. Su punto de vista en este as­pecto fue muy original: si la función de la inteligencia es orientar la acción, hay que tener en cuenta los efectos de las creencias sobre dicha acción para así poder determinar su significado y su veracidad. William James, que había nacido en Nueva York en 1842, pertenecía a una familia de cinco hermanos, otro de los cuales fue también famoso, el novelista Henry James. Su abuelo era un irlandés emigrado a los Estados Unidos a finales del siglo XVIII y que había acumulado una notable fortuna, lo que había permitido al padre de William pres­cindir del trabajo y dedicarse a la li­teratura. William estudió Medici­na en Harvard y fue profesor de Anatomía, Fisiología e Higiene, y más tarde de Filosofía en la misma Universidad. Abandonó oficialmen­te la cátedra de Harvard en 1907, aunque en la práctica su actividad docente había quedado interrumpi­da hacía ya varios años, debido a su precario estado de salud. William James murió tres años más tarde. Entre sus obras más importantes se cuentan Principios de sicología. La voluntad de crear y otros ensayos y El significado de la verdad. James encomendó a su amigo Charles S. Pierce y a su discípulo John Dewey la misión de sistematizar su doctrina, que, en resumen, trata de conjugar los avances científicos del siglo XIX con el idealismo moral.