¿Quién es el más desesperan­zado de los pensadores ac­tuales?

   Emil M. Cioran es un rumano afin­cado en Francia que ha escrito en francés la casi totalidad de sus obras. Su pensamiento ayuda a comprender el actual estado de la cultura occidental y puede ser bas­tante representativo del cansancio y de las amarguras de dicha cultura. Desde los presocráticos, Occidente ha recorrido un largo camino: Esco­lástica, racionalismo y empirismo; mística, positivismo y existencialismo. Soluciones para todos los gus­tos y todas las necesidades. He aquí que, bien avanzado el siglo XX, Cioran observa todos estos dis­fraces intentando colocarse algu­no y con todos se encuentra incó­modo. Cioran intenta probar la des­nudez absoluta, y se pregunta qué ha impulsado al hombre, a lo largo del tiempo, a crear y a actuar. Qué le ha llevado a construir ciudades, a inventar máquinas, a pensar siste­mas filosóficos o a producir obras de arte. Termina deduciendo que tal actividad en nada remedia la so­ledad y la incomunicación humana y que a nada conduce. Que la fiebre de acción solo es un engaño que el hombre, incapaz de aceptar la monotonía y la falta de sentido de la existencia, se tiende a sí mismo. Ni el amor, ni la guerra, ni la religión, ni el arte, tienen ya credibilidad. Cioran, por ello, se niega a caer en la doble trampa que supone aceptar que las trampas funcionan y se su­merge en el abismo de la lucidez, estado en el cual se nos revela la fal­ta de sentido de todo. Podría definírsele como filósofo de­cadente, y, sin embargo, el plantea­miento de su amargura tiene un gran vigor y una gran fuerza. El mis­mo ha dicho que un libro debe ser un peligro, y, efectivamente, sus libros lo son. Esta visión desgarra­dora de la vida, que lógicamente debería abocar en la autodestrucción, no impide a Cioran continuar viviendo apaciblemente en su casa de París, junto a su mujer, y escri­biendo sus libros.

   Nacido en 1911 en Rasinari (Ruma­nia), estudió filosofía en su país y en 1933 obtuvo el premio de los jóve­nes escritores rumanos con su obra En las cimas de la desesperación, en la que es palpable la influencia de Kierkegaard. En 1937 se traslada a París, estableciéndose definitiva­mente en la capital francesa. Es a partir de 1949, con Precis de Descomposition (Breviario de podre­dumbre), cuando comienza a escri­bir sus obras en francés. Ha publi­cado, además, La tentación de existir y Contra la historia, entre otros es­critos.
La crítica francesa califica a Cioran como moralista y resalta la grandio­sidad de su estilo.