¿Quién fue tan abnegado mé­dico como famoso músico?

   Albert Schweitzer nació en Alsacia (Francia) en 1875. Su vocación pri­mera y principal fue la de conocer y predicar la fe cristiana y pronto sor­prendió al mundo teológico con sus libros sobre el Nuevo Testamento. Pero sus otras vocaciones fueron la música y la medicina y a ellas dedi­caría también su vida, al tiempo que serían ellas las que le darían notorie­dad universal.
   La personalidad del Schweitzer mú­sico está indisolublemente ligada a un autor y a un instrumento. El autor es Johann Sebastian Bach; el ins­trumento, el órgano. Totalmente seducido por la obra y la figura de Bach, Schweitzer lo estudia, inter­preta, se perfecciona y explica a Bach; escribe Johann Sebastian Bach, mú­sico poeta en 1906 y publica una edi­ción crítica sobre las obras para ór­gano de este autor. Pero a Schweit­zer no le basta con escribir sobre él; prodigiosamente dotado para la in­terpretación, el teólogo alsaciano se convierte en organista consumado, alcanzando fama mundial. En una época en la que este gran genio de la música era en buena parte un des­conocido, la labor de Schweitzer en favor de Bach tuvo mucho de apostolado, en una actitud muy con­secuente con todo el sentido que Schweitzer quiso dar a su vida. La personalidad del Schweitzer mé­dico está, a su vez, inseparablemen­te unida a la del Schweitzer misio­nero. Como tal médico-misionero se dirigió en 1913 a Lambaréné, en el estado africano ecuatorial del Gabón, y allí fundó un hospital, dedicado principalmente a la asistencia de le­prosos, en el que se estableció de modo permanente hasta su muerte; sólo lo abandonaría para dar algunos conciertos, siempre con carácter benéfico, y pronunciar algunas con­ferencias. Su dedicación a los des­poseídos y marginados de aquel país primitivo fue total, y los efectos po­sitivos de su actividad médica y sa­nitaria reconocidos unánimemente. El año 1952 se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Albert Schweitzer, uno de los más nobles espíritus contemporáneos, teólogo, filósofo, músico y médico, murió en 1965 en la leprosería de Lambaréné, que él mismo constru­yó y donde quiso ser enterrado.