¿Quién fue el descubridor de una eficaz vacuna contra la parálisis infantil?

El descubridor de la vacuna contra la poliomielitis

   En 1954 tuvo lugar el experimento médico mayor de los hasta enton­ces emprendidos por la ciencia: 1.829.916 niños fueron sometidos a observación, y a 440.000 de ellos se les administró una nueva vacuna re­cién descubierta. Poco antes, se había anunciado que acababa de descubrirse un remedio contra la te­mida poliomielitis, o parálisis in­fantil, un azote contra el que las in­vestigaciones de la medicina nada habían podido.

   El descubridor de ese remedio era un médico neoyorquino, nacido en 1914 y llamado Jonas E. Salk, quien, tras una dilatada experiencia en el estudio de los virus, por fin creía poder anunciar al mundo la buena nueva de la victoria sobre la terrible poliomielitis. Salk estuvo estudiando intensamente la epide­miología de la gripe en el tiempo en que se hallaba al frente de un de­partamento especializado de la Universidad de Michigan. Sus trabajos en ese campo habrían de suponerle una rica experiencia cuando, como director del Instituto de Investiga­ción del Virus de Pittsburgh, desvió su atención hacia el estudio de la poliomielitis. Cuando Salk anunció el descubrimiento de su "vacuna, la opinión mundial osciló entre la es­peranza y el escepticismo, pero el masivo experimento de vacunar a centenares de miles de niños, aus­piciado por la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil, iba a venir a demostrar el éxito de sus investiga­ciones. La vacuna Salk se mostró eficaz contra la poliomielitis en un 80 ó 90% de los casos tratados.

   Salk consiguió la inmunización acti­va con un antígeno no infectante. La inyección de un virus atenuado con formol, mediante una determi­nada dosis, consigue en la especie humana una respuesta serológica similar a la que sigue una infección natural. La inmunización contra los tres tipos de virus poliomielíticos, mediante la administración de una forma no infectante de virus o bien con la inyección de un virus vivo so­metido a un tratamiento previo que atenúe su efectividad, se había in­tentado muchas veces anteriormen­te a Salk, pero sin éxito. Sin embargo, rara es la ocasión en que se alcanzan victorias completas contra la enfermedad; si bien el in­dividuo quedaba protegido contra la parálisis, con el descubrimiento de Salk no se evitaba la infección ni, por lo tanto, la propagación del virus de la polio. A pesar de ello, la humanidad podía celebrar la conse­cución de un paso de gigante en la lucha contra las enfermedades in­fantiles.

Jonas E. Salk pasó a dirigir en 1962 el Salk Institute for Biologi­cal Studies.