Gabriela Mistral, poeta chilena

   Gabriela Mistral (1889-1957) fue una poeta chilena cuyo verdadero nombre era Lucila Godoy Alcayaga. Nació en Vicuña y a muy tem­prana edad se dedicó al magisterio, llegando a desempeñar los cargos de directora del Liceo de Punta Arenas, en 1918, del Liceo de Temuco, en 1920, y del Liceo de Niñas No. 6 de Santiago, en 1921. En 1922 Gabriela Mistral se dirige a México como invitada de honor del gobierno de ese país; en 1924 visita los E.U.A. y Europa y en 1925 visita el Uruguay y la Argentina para vol­ver finalmente a su patria. Ese mismo año con­sigue que se curse su expediente de jubilación e inicia una nueva peregrinación por el mundo. En 1926 Gabriela Mistral forma parte del Instituto de Coopera­ción Intelectual de la Sociedad de Naciones; en 1927 asiste al Congreso de Educación de Locarno y al de Protección de la Infancia, en Gine­bra, y el consejo de la Sociedad de Naciones la nombra representante en el Instituto Cinema­tográfico Educativo de Roma. En 1928 repre­senta a su patria en el Congreso Internacional de Madrid, y en 1932 es nombrada cónsul de Chile en Ñapóles. En la carrera consular de­sempeña cargos en Madrid (1933), en Lisboa (1935) y, por fin, ese mismo año una ley espe­cial de la república de Chile la designa cónsul vitalicia con sede a su entera elección.

   El honor más grande que Gabriela Mistral recibió en su vida fue el Premio Nobel de Li­teratura, que se le confirió en 1945. Ha sido la única mujer de habla española que ha me­recido ese galardón.

La producción literaria de Gabriela Mistral comprende las si­guientes colecciones de poesías: Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938), Poemas de las Madres (1950), Lagar (1954) y nu­merosas antologías y reediciones de los títulos ya consignados. Los abundantes artículos en prosa aparecidos con gran regularidad en dia­rios y revistas se encuentran todavía dispersos.

   En la historia de la vida de Gabriela Mis­tral desempeña un papel importante su idilio con Romelio Ureta, comenzado en 1907 y termi­nado trágicamente en 1909, cuando el joven se suicidó al no poder restituir el dinero que ha­bía tomado de los fondos de la Empresa de Fe­rrocarriles, en la cual trabajaba.

El sello distintivo de las poesías de Gabrie­la Mistral es la sencillez temática y estilís­tica, la cual encuentra sus momentos más fe­lices en los versos dedicados a los niños. El amor maternal y la manifestación de sus apa­sionados sentimientos femeninos son otros as­pectos de su producción. Los famosos Sonetos de la Muerte son las composiciones más popu­lares de su estro poético.