¿Quién dedicó su vida al es­tudio de los cohetes?


   Entre el 13 de junio de 1944 y el 27 de marzo de 1945, miles de bombas volantes fueron disparadas contra Inglaterra desde Alemania, provo­cando el pánico de los londinenses, miles de muertos y grandes destrozos. Eran los famosos cohetes V-1 y V-2, lanzados desde la base de Peenemünde, capaces de dirigir sus mor­tíferas cargas desde la costa alemana hasta la capital británica. El 20 de julio de 1969 el astronauta Neil Armstrong se convertía en el primer ser humano que ponía los pies en la Luna. Era la culminación del Proyecto Apolo iniciado ocho años atrás para abordar la exploración es­pacial. Un gigantesco cohete lanzado desde la base norteamericana de Cabo Kennedy había llevado hasta la órbita lunar a un módulo espacial con tres astronautas a bordo. Uno de ellos, Collins, permanecería gi­rando en una cápsula en torno a la Luna, mientras los otros dos, Arms­trong y Aldrin, alunizarían gracias a un módulo lunar. Luego, el módulo y la cápsula volverían a acoplarse y los tres hombres regresarían a la Tierra.

   Detrás de ambas empresas —la de las bombas voladoras y la de la conquista de la Luna — , a cual más asombrosa desde el punto de vista científico para sus respectivas épocas, había una misma persona, un sabio que dedicó su vida al estudio de los cohetes: el alemán Wernher von Braun.

   En 1934, cuando von Braun tenía veintidós años, los nazis se apode­raron de la Asociación para la As­tronáutica, en la que el joven físico trabajaba. Desde entonces hasta casi el final de la Segunda Guerra Mundial se vio convertido en el máximo responsable de los progra­mas de construcción de cohetes ba­lísticos de largo alcance. Con sólo veintitrés años, era director técnico de la base de cohetes de Peenemünde, donde se trabajaba bajo un estric­to secreto militar. Las terroríficas bombas voladoras V-1 y V-2 fueron fruto de las experimentaciones de Von Braun. Cuando el final de la gue­rra ya está próximo se entrega a los norteamericanos, quienes no vacilan en ofrecer al joven cerebro toda clase de facilidades para que se traslade a Estados Unidos y desarrolle allí, en beneficio del país, sus amplios cono­cimientos y pueda cumplir su viejo y ambicioso deseo: inventar cohetes capaces de lanzar algún día naves al espacio.

   Desde entonces hasta 1977, en que murió, Von Braun, nacionalizado norteamericano en 1955, estuvo diri­giendo o asesorando todos los pro­gramas relacionados con cohetes y los proyectos espaciales de Esta­dos Unidos.