¿Quién construyó las miste­riosas líneas de Nazca?


   En la región de Nazca, situada más o menos en el centro del Perú, se da un curioso fenómeno que so­lamente puede advertirse volando sobre el terreno. Observadas desde cierta altura, las desérticas tierras del valle de Nazca ofrecen la visión de unas figuras geométricas, de­marcaciones del suelo y grandes y amplias líneas rectas, trazadas con piedras sobre la arena, que el paso del tiempo (¿de cuánto tiempo?) no ha podido borrar. Indudablemente se trata de los restos de una civili­zación perdida, que quizá se remon­te a la época en que Nazca fue el centro de una floreciente cultura precolombina, allá por los siglos V y VI, pero nadie ha podido descifrar el significado de tan gigantescas y misteriosas construcciones. Existe una teoría que trata de inter­pretar las figuras geométricas, que parecen haber sido trazadas en el suelo por la mano de un gigante que tuviera el tamaño de una montaña, como el propósito de efectuar ob­servaciones astronómicas capaces de suministrar a los nazcas los da­tos suficientes para elaborar un ca­lendario solar y astral. La cultura nazca se servía, efectivamente, de un calendario astronómico bastante exacto, y algunas líneas de estas fi­guras están relacionadas con los solsticios de verano e invierno. Pero existe otra teoría, sustentada por más de un experto en arqueolo­gía, mucho más inquietante y es­pectacular. Las largas líneas rec­tas demarcadas sobre el terreno, a veces de kilómetros de longitud y tan amplias que sólo se aprecian a vista de pájaro, no serían sino las «pistas» que sirvieron, en una época desconocida, para el aterrizaje de misteriosos objetos voladores veni­dos de otros mundos. Según ello, el valle de Nazca pudo desempeñar el papel de gigantesca base astro­náutica para seres venidos de no se sabe dónde... En cualquier caso, no sería éste el único vestigio que pue­da interpretarse como el posible pa­so de extraterrestres por nuestro planeta en otras épocas. Buen nú­mero de leyendas, grabados y do­cumentos facilitan esa interpretación, que hoy nadie se atreve a rechazar como hipótesis científica. Y, de mo­mento, no tenemos los datos sufi­cientes que nos impidan imaginar libremente quiénes construyeron, y con qué objetivo, los "aeropuertos" de Nazca.