La harinera —donde los trigos son transformados en harina— es hoy una gran instalación industrial que no se parece en nada a los molinos de antaño. Todas las operaciones son efectuadas metódicamente, a gran escala y a un ritmo muy rápido.
En primer lugar, el trigo es limpiado de sus impurezas haciéndolo pasar sucesivamente por un separador, un clasificador, un despedrador y un limpiador magnético. Una vez desempolvado, lavado y secado, es sometido a la molturación. que permite separar la harina del afrecho (cascara del grano desmenuzado). Los molinos de cilindros han sustituido a las muelas clásicas. Los granos de trigo son enviados a unos cilindros horizontales con estrías cada vez más finas, y cada vez más próximos el uno del otro. De estos cilindros sale la molienda; es decir, el producto total de la molturación, que contiene la harina, las sémolas (fragmentos más o menos grandes de trigo descortezado) y el salvado (afrecho). A continuación viene el cernido, que tiene lugar en el planchister o plansichter, criba oscilante de tamices múltiples. Finalmente, se separan las sémolas blancas de las sémolas que conservan todavía un poco de cascara, y ambas son molidas de nuevo. Al final, se obtienen los afrechos y el salvado, por una parte, y por otra, las harinas de calidades diferentes, las cuales, después de ser mezcladas adecuadamente, quedan listas para el ensacado o la entrega a granel.