¿Quién fue Guillermo Tell?


   En los días en que los Habsburgo gobernaban los cantones suizos, un goberna­dor austríaco llamado Gessler, según cuenta la le­yenda, cruel y despótico, ordenó levantar un poste en el mercado de Altdorf en el que colocó un gorro o un sombrero para simbolizar el poder de Aus­tria, y ordenó que todo el que pasara ante él debía doblar la rodilla e inclinar la cabeza en señal de homenaje, como si se tratara del mismo Conde de Habsburgo.
   Un día, Guillermo Tell, tan intrépido y honrado y de noble corazón como hábil con el arco y la flecha, pasó con su hijo pequeño, Walter, y se negó a obedecer la orden despótica, por lo que fue arrestado por los soldados que vigilaban el poste y llevado ante la presencia del arbitrario gobernador. Cuando Gessler oyó la acusación contra Guillermo Tell, le dijo en tono de mofa: "He oído decir que eres un gran tirador. Dicen que puedes tirar a una manza­na pendiente de una ramita a 100 pasos de distancia". Y con­tinuó sonriendo cruelmente: "He oído hablar tanto de esta jac­tancia, que quisiera verlo, pero en lugar de en una ramita, colo­caremos la manzana en la ca­beza de tu hijo y tirarás a ese blanco".
   Tell palideció y dijo que prefería morir. "Dispa­rarás", dijo Gessler, "o tú y el niño moriréis. Atad al niño al árbol", ordenó.
   El valiente Walter se dejó atar y permaneció in­móvil, seguro de que su padre no erraría el blanco. Guillermo Tell tomó una flecha de su carcaj, la examinó cuida­dosamente y la colocó bajo su cinturón. Entonces; tomó otra y la colocó en su arco. Nadie respiraba en tanto que la saeta hendió el aire y traspasó el cora­zón de la manzana. "¡Buen tiro!", gritó Gessler que observaba con perversa sonrisa. "Pero ¿para qué era la otra flecha!". "Para matarte a ti, tirano, si hu­biera yo matado a mi hijo", fue la contestación.
   En su cólera, Gessler ordenó a sus soldados que apresaran y ataran a Tell, y lo llevaran prisionero al otro lado del lago. Pero se desató una tempestad; Tell escapó y pudo matar poco tiempo después al tiránico gobernador. La leyenda refiere estos acon­tecimientos como sucedidos en 1307; en 1315, algu­nos años más tarde, los habitantes de los tres can­tones forestales —Uri, Schwyz y Unterwalden— derrotaron a un ejército invasor austríaco; enton­ces, renovaron y consolidaron la Liga Perpetua, que sentó los cimientos de la independencia suiza.
   Aunque la leyenda de Guillermo Tell fue acep­tada durante mucho tiempo como verdad histórica, se sabe que sólo es una de esas leyendas patrióticas que se forjan en todos los países. La leyenda de un arquero que atravesó una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo se encuentra por lo menos en cinco lugares fuera de Suiza, y la contestación que el arquero dio al tirano es casi idéntica en todos los casos a la que Tell dio a Gessler. En la literatura suiza, se encuentra la historia como sucedía en 1474; en los anales del distrito de Altdorf, no se menciona, sin embargo, ni remotamente, a un gobernador llamado Gessler. El poeta alemán Schiller utilizó esta leyen­da para su formidable drama Guillermo Tell.