La tumba de Tutankamón


   Tutankamón, el joven faraón muerto a los 19 años de edad, fue quizá el único de los antiguos monarcas egipcios que ya bien entrado el siglo XX se resistía a descubrirnos su tumba.
   Ciertamente, Howard Cárter había hallado, en el valle de los Reyes, algunos objetos que tenían inscrito el nombre de Tu­tankamón, pero del sitio en que éste había sido sepultado, nada.
   Sin embargo, Cárter no se desanimó y comenzó a explorar cavando metro a metro. La tumba tenía que estar en ese valle.
   Y, un día del mes de noviembre de 1922, su pico topó con una escalera secreta, tallada en la roca, que conducía a una puerta tapiada. Cárter penetró en el recinto, a la luz de una vela, y se encontró con una serie de cámaras donde se amontonaba toda clase de objetos preciosos. Y en la tercera pieza halló tres sarcófagos encajonados unos sobre otros, en el último de los cuales, reposaba la momia del faraón. . .
   Las tumbas de los otros reyes egipcios habían sido saqueadas desde antiguo por los ladrones de tesoros. Sólo había permaneci­do intacta durante más de 3 000 años la tumba de Tutankamón.