Algunas supersticiones comunes

Estornudar
Superstición. Cuando uno se encuentra en presencia de otra persona en el mo­mento en que ésta estornuda, hay que protegerla del peligro diciendo: «¡Jesús!» o «Gesundheit», Otra bendición igualmente aceptable es, por ejemplo, «¡Salud!»
Origen. Antiguamente, el hombre creía que en su aliento estaba su alma, la «esencia de la vida». Cuando Dios creó al hombre «insufló en sus narices el hálito de la vida». La expulsión brusca de aquel aliento —el estornudo— equivale a expulsar la vida del cuerpo. Ade­más, deja un vacío en la cabeza que podrían ocupar los espíritus del mal. Los ciudadanos romanos temían al estornudo en época en la que sobre su ciudad se abatió una plaga, durante el reinado del papa Gre­gorio el Grande. Como veían el estornudo como signo evidente de la proximidad de una enfermedad, fue el papa Gregorio quien ins­tituyó el uso de la frase «Dios te bendiga» para proteger a quienes estornudaban contra los peligros de la enfermedad.


Levantarse de la cama saliendo por su lado «bueno»
Superstición. Salir de la cama por el lado izquierdo de la misma acarreará malos humores a quien así proceda y lo empujará a la desgracia para todo el resto de la jornada. Levantaos de la cama por el lado derecho y posad en tierra el pie derecho en primer lugar. Si acaso erraseis, vol­ved a la cama y rectificad.
Origen. Los romanos consideraban malo el lado izquierdo. El ciu­dadano que penetraba en casa de su amigo, lo primero que ponía en ella era el pie derecho. Había familias opulentas que contaban incluso con un servidor encargado de que los invitados entrasen correctamente. La palabra «siniestro», que indica malo o perverso, deriva de la palabra latina que sirve para designar el lado izquierdo.


Romper un espejo
Superstición. Trae siete años de mala suerte o puede causar la muerte de un miembro de la familia, Sí se rompe un espejo, sacadlo de la casa y, a ser posible, enterradlo (para contrarrestar las consecuencias nega­tivas).
Origen. Antes de que se inventaran los espejos, el hombre contem­plaba su imagen, su «otro yo» en los estanques, lagos y pantanos. Cuando la imagen aparecía distorsionada, era signo de que se acer­caba un desastre. Los espejos metálicos, y por ello irrompibles, utili­zados por los egipcios y griegos primitivos, eran objetos estimados por sus mágicas virtudes. Al ser introducidos los espejos de vidrio, los romanos endilgaron al espejo roto el rótulo de mal augurio. El período durante el cual se suponía que duraría el maleficio, siete años, se originó en la creencia, viva entre los romanos, de que el cuerpo humano se rejuvenecía cada siete años, etapa tras la cual uno se con­vertía de hecho en un hombre nuevo.



Derramar la sal
Superstición. Cuando uno es víctima de este dilema, no tiene más que coger un pellizco de sal y echarla por encima del hombro izquierdo, «directa­mente en la cara del Diablo».
Origen. En otros tiempos la sal era una mercancía rara y costosa. Como tal, suponía un despilfarro económico derramarla. La sal, ade­más, era purificadora, conservadora, y simboliza las cualidades bue­nas y perdurables de la vida. Se mezclaba con los alimentos utiliza­dos en las ceremonias religiosas tanto entre griegos como romanos. Una fuente de esta superstición es la Santa Cena de Leonardo da Vinci: el traidor Judas, accidentalmente, derrama la sal sobre la mesa.


Pasar por debajo de una escalera
Superstición. Si uno pasa por debajo de una escalera, desata sobre sí la ira de los dioses. Cuando uno, por descuido, comete este error, deberá cru­zar inmediatamente los dedos y formular un deseo.
Origen. La escalera que se apoya en una pared forma con ésta y el suelo un triángulo. Este triángulo significa la Santísima Trinidad y penetrar en este ámbito sacro y cerrado constituye una ofensa puni­ble. Aparte de esto, cruzar esta zona prohibida debilita los poderes de los dioses y desata los de los espíritus del mal.


Encontrar un gato negro
Superstición. Hay que evitar el camino que sigue el gato negro. Si uno se cruza en tu camino, regresa a casa.
Origen. Los egipcios rendían culto al gato y castigaban a todo aquel que se atrevía a matar a uno. No obstante, durante la Edad Media el gato negro estaba vinculado a las brujas y a Satanás. Como se creía que uno de los poderes de las brujas era el de transformarse en gatos, se pensaba que el gato que se cruzaba en el camino de uno podía ser una bruja disfrazada.


Abrir paraguas dentro de casa
Superstición. Los paraguas deben ser utilizados únicamente fuera de casa. No atenerse a esta norma atrae sobre sí la «justa cólera del sol».
Origen. Los paraguas ya se usaban en Oriente nada menos que en el siglo XI antes de Cristo. Los miembros de la jerarquía política y religiosa no sólo los utilizaban como medida de protección contra los cálidos rayos del sol, sino también como divisa que los protegía contra cualquier espíritu que pudiera dañarles. Debido a la sagrada relación entre el paraguas y el sol, no conviene abrirlo en lugar cu­bierto