¿Todos tenemos un ombligo?

¡Sí! Cuando un bebé se está formando dentro del útero de su madre, está conectado desde el abdomen al cuerpo materno por una especie de cuerda a la que se le llama cordón umbilical. Todo lo que necesita el bebé para vivir y crecer durante los nueve meses antes de que nazca, como oxígeno y alimento proceden de la sangre de la madre que llega a través de la vena del cordón umbilical. Igualmente los desechos del niño, dejan su cuerpo a través de las dos arterias en el cordón umbilical.

Sin embargo, después del nacimiento, el bebé ya no necesita ese cordón umbilical, ya que ahora puede comer, beber, respirar, y deshacerse de los desechos de su cuerpo por sí mismo. Así que el doctor cuidadosamente ata el cordón, y luego lo corta lo más cerca posible del abdomen. Este corte no le hace daño al niño ni a su madre. Luego, después de una semana, el pequeño muñón del cordón se seca y se cae por sí mismo. La cicatriz que queda en el abdomen donde estaba el cordón umbilical se conoce como ombligo.