¿Todos los caminos conducen a Roma?

La respuesta es sí, o por lo menos así era en la época del Imperio romano. El intrincado sistema de comunicaciones terrestres construido por los romanos se extendía desde África oriental a los bosques de Germania, desde la península Ibérica hasta el Cáucaso y desde Inglaterra al Golfo Pérsico. Cerca de 400 vías, con más de 70.000 kilómetros de longitud, unían Roma con las zonas más recónditas de su Imperio.
Los romanos construyeron esta red de caminos principalmente por razones militares y administrativas. En muchos casos, fueron las propias legiones las que trazaron el mapa de las calzadas. Éstas tomaron su nombre de la función que desarrollaban -La Vía Salaria estaba relacionada con el transporte de la sal-, de los lugares de destino -La Vía Tiburtina moría en Tibur o Tívoli- y de sus constructores -la Vía Apia fue encargada por Apio Claudio el Ciego-.

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